lunes, 18 de febrero de 2008

Paul Eluard y la sorpresa final




Leí (incompleto, como lo reproduzco ahora) este poema por primera vez en el libro Teoría de la Literatura de V. M. Aguiar e Silva. Es un poema de Paul Eluard. Siempre he pensado que puede servir perfectamente para ilustrar un par de cosas:



  1. Comprobar cómo este poema, como muchos otros, rompe con lo que espera el lector en su estrofa final: parece un poema de amor, pero al final nos damos cuenta de que es un canto a la Libertad. Por eso el siguiente ejercicio creo que puede dar juego en una clase: podemos presentar el poema sin esa estrofa y pedir a los alumnos que lo completen. Con bastante probabilidad, todos los ejemplos, serán poemas de amor. El ejercicio, claro, se puede complicar: si hemos estudiado métrica pedir, por ejemplo, que compongan versos sometidos a metro y rima




  2. Comprobar cómo el entendimiento de un poema no depende exclusivamente de claves lingüísticas, sino que también hay que tener en cuenta claves, llamémoslas así, contextuales: Eluard publicó este poema en 1942, cuando Francia estaba ocupada por los nazis. El poema, sabiendo esto, cobra un nuevo sentido.
En mis cuadernos de alumno,
En mi pupitre, en los árboles,
En la arena y en la nieve,
Pongo tu nombre.

En cada página leída,
En cada página blanca,
Piedra, sangre, papel, polvo,
Pongo tu nombre.

En las efigies doradas,
En las armas de guerreros,
En las coronas de reyes,
Pongo tu nombre.
[...]

En la ausencia sin deseo,
En la soledad desnuda,
En las gradas de muerte,
Pongo tu nombre.

En la salud recobrada,
El riesgo desvanecido,
La esperanza sin recuerdo,
Pongo tu nombre.

Y el poder de una palabra
Me vuelve a traer la vida.
Nací para conocerte,
Para pronunciar tu nombre.
Libertad

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